La nueva versión de la clásica historia de Disney, dirigida por Tim Burton, Dumbo.
- Redacción
- 26 mar 2019
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Actualizado: 27 mar 2019

Hay películas que nos dejan soñando que nos dejan expectantes, películas que nos llenan de emoción y adrenalina, que nos ofrecen una nueva perspectiva, o que nos asustan al grado de no poder pensar en otra cosa el resto del día. Y luego hay películas que, simplemente, nos hacen sentir bien. Ese tipo de situación que nos dibuja Dumbo, dirigida por Tim Burton, en su remake “de carne y hueso” (y un poco de CGI).
Los estudios Disney tomaron el desafío de volver a contar sus tradicionales historias animadas, de mediados del siglo XX, con repartos humanos y trasladándolas a los tiempos que corren. Y lo vienen logrando en forma exitosa. Esta nueva versión del clásico nos cuenta ya no solo la historia del elefante volador y enormes orejas, sino también de la familia Farrier, el circo de Max Medici, y el ambicioso empresario V. A. Vandevere.
La historia comienza mientras el elenco del circo itinerante de los Hermanos Medici se asienta en una nueva localidad, cerca de las vías. Las notas de la banda sonora nos remiten a la película original, sin ser la misma melodía con exactitud, pero lo suficiente para que la reconozcamos.
Un tren trae de regreso a un grupo de soldados de la guerra, y los pequeños Milly (Nico Parker) y Joe Farrier (Finley Hobbins) observan expectantes hasta que, finalmente, un hombre desciende de la formación: su padre, Holt (Collin Farrell), ha regresado vivo, pero no sin secuelas. El hombre, anteriormente jinete estrella del circo, ha perdido su brazo izquierdo, y la felicidad del reencuentro pronto se ve teñida por el dolor de la nueva realidad a la que tanto los niños como él mismo tendrán que adaptarse.
Max Medici (Danny DeVito), dueño del circo, está preocupado por el futuro de su negocio, pero aún así le da la bienvenida a Holt y le asigna una nueva tarea: cuidar de su última adquisición, una elefanta preñada -la Señora Jumbo- cuya cría esperan atraiga a miles de espectadores.

Mientras que otros de los cuidadores son crueles con la elefanta, los Farrier la tratan con compasión, hasta que da a luz al pequeño Jumbo Junior. Y entonces descubren lo que ya sabemos: el elefantito que debería atraer a todos con su tierna apariencia tiene un par de orejas tan grandes que lo único que causa es risas, cuando no espanto.
Aquí encontramos la primera similitud entre Holt y Jumbo Junior: ambos tienen “defectos” (reales o percibidos), y no son lo que el mundo esperaba de ellos.

Ante la actitud agresiva de algunos miembros del circo, la Señora Jumbo intenta defender a su cría, asustando a todos. La tildan de “loca” y “peligrosa”, y Medici decide devolverla a quien se la había comprado anteriormente. Esta escena está cargada de simbolismo: cuántas veces quienes son víctimas de violencia terminan siendo culpados, y sufriendo las consecuencias, mientras que los perpetradores continúan con sus vidas.
Jumbo Junior está ahora solo y es tarea de los Farrier encontrarle un lugar en el circo. Aquí, el lugar que en la película original era ocupado por el Ratón Timothy, lo toman los niños, y en especial la hija mayor, Milly, quien está decidida a no ser parte de un show sino “dedicarse a la ciencia”.

Otra elección muy significativa. Las historias nos forman, y hace varios años ya que Disney es muy intencional en comenzar a poner a sus personajes femeninos en roles más activos y que propongan modelos a seguir más variados. Milly será fundamental en lo que sigue: decidida a aplicar el método científico a todo lo que se encuentra, cuando un estornudo hace que el elefantito comience brevemente a volar, será ella quien comience a atar cabos entre la presencia de plumas y esta extraordinaria ocurrencia.
La película continúa con guiños a la original pero sin seguir la misma historia. En un show fallido las enormes orejas del elefante son expuestas frente al público, dándole finalmente el apodo de “Dumbo”, y no es hasta el polémico acto del edificio en llamas cuando su capacidad de volar queda expuesta ante todo el mundo, llamando la atención del empresario V. A. Vandevere (Michael Keaton) y su trapecista estrella, Colette Marchant (Eva Green).
Vandevere se asocia a Medici para llevar a Dumbo (y todo el elenco del circo) a Dreamland, un parque de atracciones que no se siente menos que una propia parodia a Walt Disney World, en la parte de la trama que quizás más se aleje de la original.
El empresario aliena al resto del cuerpo del circo, enfocándose solamente en Dumbo, Holt, y en lograr que el elefante haga un acto volando con Colette.
Dentro de Dreamland podremos ver también la referencia a una escena que muchos hemos descrito como “perturbadora” en la película original: los elefantes rosas. Mientras que en la versión animada Dumbo se emborrachaba sin saberlo y tenía una serie de alucinaciones con elefantes rosas que lindaban con lo aterrador, en esta versión son grandes pompas de jabón que no asustan sino fascinan al pequeño Dumbo.
Este quizás sea el símbolo perfecto de lo que Disney está haciendo no solo con Dumbo sino con muchas de estas remakes: no se trata solo de cambiar la técnica, sino de cambiar el tono de las historias y “corregir” tramas que no han envejecido con gracia.
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